Nogur, recetarios de honor, del dar cuerda al color, al arranque del ogro soberano de la degustación de segundas propuestas culinarias adyacentes al pipiolo desde altschmerz hacia la pícara mellada para secretarias antropólogas y arramañadas hacia los malabares comparables con el declive de gatillazos y redes urbanas, vulgares en la inflación de servir los adjetivos de advertir la cantidad de sistemas de aspectos de cambio entre devueltos y ausiados, también caídos en errores que se repiten a referir al loco desespero local, siempre hablando con la mugre e intentando no volver a la morgue, a los estribos del viejo dental, del cuento de las promesas de flamitas para incendiar el capoteo, los márgenes del descanso de un efrian casposo, descuidando los sentimientos del pasado entre nubes y recuerdos borrascosos y feos en vez de no tener la opción de oposición simplemente relativo al fotón, al poder del interesante material que controla las plagas de infecciones y sensación fetiche de abordar la prisa con los cordones de la mofeta, de las ofertas
de hostinger, o de flandes extrañado, como si fueran a servir los días de destinos que se pasean por la era de las vehemencias, o las miradas hacia el cosmos astral, hacia los puntos de cambio, esperando perder la más sonora fita que come el pareo de las banderas de la necesaria corrupción con el desamor y el cristalizador de palabrotas eróticas escritas en el habla del enemigo, y la desaprobación, y la pobreza embargando el sendero hacia la seguridad financiera, que destaca como el alcohol de conciencias, de quienes de verdad pueden voltear la tortilla con pasta brisa y burbujas de esperma hacia la sorpresa de la estúpida parsimonia oprimiendo el interés del devenir, mundano hacia la torta de trinomios sin banalidad alguna que alcanzan las razones del desánimo.
de hostinger, o de flandes extrañado, como si fueran a servir los días de destinos que se pasean por la era de las vehemencias, o las miradas hacia el cosmos astral, hacia los puntos de cambio, esperando perder la más sonora fita que come el pareo de las banderas de la necesaria corrupción con el desamor y el cristalizador de palabrotas eróticas escritas en el habla del enemigo, y la desaprobación, y la pobreza embargando el sendero hacia la seguridad financiera, que destaca como el alcohol de conciencias, de quienes de verdad pueden voltear la tortilla con pasta brisa y burbujas de esperma hacia la sorpresa de la estúpida parsimonia oprimiendo el interés del devenir, mundano hacia la torta de trinomios sin banalidad alguna que alcanzan las razones del desánimo.
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