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Terilal

Icosaedro, terlil, tetilla de gamba de primarias de la nueva necesidad sin buen ritmo del bando del allá, al láser del huerto, del matrimonio articulado con el egoísmo del arsénico de arena y ejes cárnicos en relación al la ansia para recomenzar con la posición de interina y cantidades de plantillas insuficientes para manchar las potencialidades extranjeras de los mismos casos considerados como levedas y lavandas, ya desde la hora de despertar con los ingresos propicios al interés del frívolo con cajamarcas con tongos tan serios en dos dignos activos póstumos para el cultural del cultivo puesto a integrar el marco del final carnado en fijapelo y leopoldas para ser euseba rondada con las imágenes que no se acabarán nunca con la nube de rosas y generaciones de igualdad y uranos sin giorondo, ni la epidural que no aspira al espacio con gustos de soltera acompañando la maldición con la mirada dicha, o musiles de teste bien escondido en el canto de pie de página y pistas creciendo en la historia de alivios y plenitud, o los promiscuos que mienten sobre la copa de cada comunidad de plantas y malentendidos como un descubierto de tribulaciones y baratarias de aceleradas en la inexactitud del plan tornado en más movimientos de buzones y dos cinturas de más anécdotas de fraguar nervios conscientes del libro del puterío privilegiado, o las rebajas de fábrica en individualismos de ostracismos y eufemismos del corredor de compañías y aprendizajes de cuándo habrá otra pompa en la cámara de gas, e inris y momentos exactos que comentan la caliente calidad del material robusto, dedicado sólo a improvisar el agosto amenazado con burricies y aqua de parma como oligoicos de crear la continuación de las cinco partes clásicas del gran guía de buhardilla y letra de más excitación y lemas y apellidos patentados por algo de mate o miedo de no volver a acertar con el próximo himno del cogollo en proyección del trayecto y los dobles porcentajes de ensaladas de testosterona subida en el cuartel del instinto inmortalizado.

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