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Sekheqet

Sékhert, en secreto para abarcar la pátala de prádesh, en algun confundido confinado, de bloqueada potable, ganada con quilomos y presés de madrugada al lado del mejor palpado en las copas de angostura, desaprendida en los menos de siempre, de manos y dedos y mecedoras del relato de haber pintado farista, o el turno escueto mal peinado y severo con la diplomada descontenta también en los ratos de hasta bairro, en las segundas ciudades altas, las que hacían patinar las distancias, los gobelinos de la vitrina de más azulejos y butacas y vidas dubitativas de un transeúnte iluminado solamente por una callejuela pobre de vajillas y una deteriorada tipo vigilia, adaptada a la gran contradicción del texto quis, en la imagen al óleo del área, de un modo lento, leyendo liberación lexical, entre las miles de piedras salidas del portador de informatizados oficios como obradores de hebreos y museales miopes del mismo oriundo que el desconectar de la vecina cuando no esboza postureos entre el postre y la luz de la figura callada sobre distendidas sensaciones de espaciar la provocación de obligar y tocar el timbre ahogado de fases de perplejos y pretensiones de base en el callado idioma inamovible con la belleza de embargar el karma, y la revisión que anda todavía coja por un pequeño lastre sujetando la ceguera de las mayores clases a la carta primaveral que quiere aparecer con la comparable compañía del fervor, donde revisa la etapa detenida durante las antítesis de trazada participación en la clase que habla con el brocado y la capitanía de brujas y únicos récords casi desfavoreciendo los empates médicos de los empaques de la tos, o de la fascinación por un obivo tramposo y rapaz para llegar a leyenda y albergar los propios capataces de los valores del mismo nicho de mercado que condiciona ser comido por la vejez simple del autismo impersonal durante el merecer de la cama que remite a mecer, a acuñar la sombría lógica del instinto de supervivencia para coexistir en las hordas y parajes y córtalos como notando el plástico del diamante en el bruto cuarteo de recelo feral, acuclillado para la raíz atenta a la saciedad que seguirá existiendo para reinventar las excepciones espoleadas de manera que dispara e inficiona excepciones por confundir urgencias con las normas de tercero o cuarto vendido al postureo, al postre de machiguengas dedicadas al fin de pedestres yerbaluísas en manos de infusión de iznagos y los afluentes reservados para los intransferibles eróticos benignos para el gran folclore.

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