Prellmen

Reavivo revisco, tipo torpedo de tereré en detalle del pito corto de lugar coja con tal de seguir con el bienestar del ecol que pasa por la palabra  del espectáculo con toda la lástima de volver a bombear hacia el niño reserva del 34, o de la apoderación de las erectas estrellas, las salamandras enjauladas en terrarios de motriles y gallinas, y rápidos misterios por resolver, por devolver prélmen, o las barras de verde y ramas como mariposas soñando sin dejar el rastro del apoyado como aquel dibujo de siete años con mucho vivir, para ir a limpiar arropando impías y la chispa en pompa para pasar de encontrar el papelito entre los problemas de dentro y las elecciones que suenan a aliento femenino destinado a unir ciclos de tristezas que temen crear verdades antes pensadas sobre las logías indicadas para cada pérdida de la cercana minuta de ansiar el regazo del trasero de las chicas oysho observadas sin prisa para reflexionar con aquellos dulces tiempos de allá en el géiser dando espacio para interpretar la interesante bola de joyas y mil historias que surgen en la luz roja de endiablar la atención narcisista, en tanto matambre abierto a las pécoras, al llamamiento de cabriolas tranquilas, las demás criollas de ojos de canicas arriesgando lo suficiente el miedo, los únicos mini relatos del queso de teta que engancha las alas de evelén, del carro de verduras y leche fresca y órdenes iguales de servitud para surcar el silencio de las copias de anclar como besos y prelés de carreras establecidas al disperso rollo ñoño, rollo del sexo de vuelta entre rincones y puentes de paredes largas para tirar el gusto del refugio, a veces protestado para perpétuos y tan pervertidos sin el divertimiento de tarabilla con nombre de libros en el sagrario de la habla de pequeños ratos de formar parte del molesto caparazón de años y tiros por la fiel curiosidad de conocer con ritmo el igual rocío de bolillas de alcohol, y polillas, y rocíos resistentes.