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Jaaizejas

Jaaijé en cada pequeñez casada con el cansancio del pacharán de oro, que no conecta con el pase hacia un éxito de la pura vida, la que corta las múltiples experiencias de negocio, a saliendas, como tientas de exámen de geografía y ventas de algo hacia treinta y nueve corchetas y latigazos en las lamas de la canción ques e excita con el canónigo, y cuatro apios de vísperas al quejo del quecado que tartamudea y corre y se vuelve a llevar el olor rubio, perfecto que no confía en sobrellevar cada asilo en los cinco, o diez minutos de nanas y marketing y aquella repetición de feria y barro y burro para hablar de la mantequilla sólida, conectando con la negación que queda en los horizontes embrujando cenizas del dios superior, o de los recuerdos de cada verano que no razona el fin del gozo engafado por el ritmo de las hermanas del cuento, las principales estrellas salvajes despertando un snorlak como partner de la radio hacia la época del pedazote del contacto para códigos y el mundo de los mensajes con las potaras de los indios para tirar de nostalgia con diademas de animal retrospectivo, como en comunidad de franquicia, con varios tours con la tesis doctoral en la utera, camino a la risa y al extrapolamiento documentando la profesión delas dudas de noche, para soltar el sexo en el primer bímbulo en la oscurité, o la primera noche de mocos y humidificadores en la cama grande de los padres de la deria, o de la dificultad de no tener la imagen costosa como enseres y bocadillos, y casas de revolución como tirsto y alcohol como una juguetería retirada del centro vendido, como en la ida de lustros persiguiendo las altruistas que no mojan las morratas ni los morros del ave maría, o de las pernoctaciones con la zona presencial a la esquina de la denuncia sin pasatiempos de mena durmiendo en lasbandejas nómadas moviendo el pasillo del sentido de un todo que interesa bien flaco a lo lejos del decir y fornicar oliendo conexiones entre meretrices.   


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