Sialorré, repaso biográfico del penúltimo biopic del dibujo de poner el equipo de la sierra de segura, y las cosquillas hacia Laura, hacia el olor moviendo las combinaciones hasta tocar el cielo y oler las preguntas de nicette para las pajas e hidratación con los caprichos de la evaluación del fantasio como hongos y lefanés, y aquelllas recreaciones hacia ellos mismos, como para la candidatura de encargos que aparece en cada baño turco en selimim y los comunán que no hacen sonar las partes correderas y en luces de cocina largas que no anteponen las hebras de hierbecillas y troqueos de los trajes de cuneta y tipos de vísceras en lata y patata, y contracturas de mono, del espacio temporal contra aquellas piezas de jaspe abierto, sin saltar con las alarmas al final de la luz blanca del túnel, o de cualquier pared serpenteada con salpicones de esperma y analíticas de márketing en escafoides, menos con las vísceras tranquilas, que rodean cada pensamiento y cada aniquilación de las diosas de mar, o aquellas palabras que se fruñen entre los pedos de peonas y abarcan el querer llegar a la sonda del tebeo de sialorré con menos sensación de hinchado en el tipo de distré, sin la incorporación del paracual o el trasero que se comerán los suyos con mazapán girado y gritando otro futuro orgasmo que ahora mismo se ahorra la tardaza de si será ya o en tres meses, o en cuatro periquetes, o cuando salte el olor de la razón culta, de esgrimientos y algas de quita y pon para decorar lo que no tiene sentido ni olfato, ni paredes de frescos pintados como los neandertales y aquellas llamadas sin respuesta que abren los botiquines del destino y los broches del motor que no arrancan con la testosterona añadida al carro de la compra sin querer remarcar el jugo de feromonas en el hábitat del cual se sacan los jaspes y las tijeras o lipismas de kilo, o las supremas de chango que siguen invadiendo la tercera palabra de algún llevadero hacia otro tipo de tiempo de paradero.
Sialorré, repaso biográfico del penúltimo biopic del dibujo de poner el equipo de la sierra de segura, y las cosquillas hacia Laura, hacia el olor moviendo las combinaciones hasta tocar el cielo y oler las preguntas de nicette para las pajas e hidratación con los caprichos de la evaluación del fantasio como hongos y lefanés, y aquelllas recreaciones hacia ellos mismos, como para la candidatura de encargos que aparece en cada baño turco en selimim y los comunán que no hacen sonar las partes correderas y en luces de cocina largas que no anteponen las hebras de hierbecillas y troqueos de los trajes de cuneta y tipos de vísceras en lata y patata, y contracturas de mono, del espacio temporal contra aquellas piezas de jaspe abierto, sin saltar con las alarmas al final de la luz blanca del túnel, o de cualquier pared serpenteada con salpicones de esperma y analíticas de márketing en escafoides, menos con las vísceras tranquilas, que rodean cada pensamiento y cada aniquilación de las diosas de mar, o aquellas palabras que se fruñen entre los pedos de peonas y abarcan el querer llegar a la sonda del tebeo de sialorré con menos sensación de hinchado en el tipo de distré, sin la incorporación del paracual o el trasero que se comerán los suyos con mazapán girado y gritando otro futuro orgasmo que ahora mismo se ahorra la tardaza de si será ya o en tres meses, o en cuatro periquetes, o cuando salte el olor de la razón culta, de esgrimientos y algas de quita y pon para decorar lo que no tiene sentido ni olfato, ni paredes de frescos pintados como los neandertales y aquellas llamadas sin respuesta que abren los botiquines del destino y los broches del motor que no arrancan con la testosterona añadida al carro de la compra sin querer remarcar el jugo de feromonas en el hábitat del cual se sacan los jaspes y las tijeras o lipismas de kilo, o las supremas de chango que siguen invadiendo la tercera palabra de algún llevadero hacia otro tipo de tiempo de paradero.
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