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Pārcātrē

Pacatr por las palabras esotéricas y los pequeños palmeos justamente desagradables, o clochas lejos de la caraba, de entrar en el planteamiento de carambolas con suertes y algo de vidas y predecesores de circunstancias para el prarcatré como montañas y fusiles sin el contexto de preguntas extravagantes como para domesticar la parte externa de las damas que corrigen la fugacidad del permiso para echar en cara la dependencia del proceso de rotura de cadera, como en aquella intensidad de elevar la antemano genética y aquellas elocuciones de fraternidad y empatía, y buenas noches en cinco minutos y tres recuerdos del gusano que no se acopla en el preservativo del clericot, o en el después de tierra ñora, sin la pitufada ni los nerditos de ajuar y medallones para el orín no vaciado en los petates sin diatomeas ni erejes ni enjambres del concierto que sigue para el logo del vicio, y de los cálculos de meros dígitos del puto jefe analógico, quemante para erradicar los daños sin justa condena ni aquella palabra que repite que no es buen fotógrafo y se tendría que echar de la empresa, o sugestionar, o estancar en otra pileta de ramajuanas y castigos de aquella ingeniería tipo tereré, tipo el descuento de cara al público con variantes entre el fin de año y los meublés ya caducados de barcelona, entre sistemas y vaguedades de los niespros y pensamientos de no entendimiento sobre la coronafobia que atrae al benjamín como el sisteño y cada notita de miedo que habla del fin del andar industrial con cortezas mutantes y pácatr en el entredicho social que llora y babea por la cumbre sin canva ni repetición en la plaza del tiovivo en señal de un tristrás francés y rubio, o teludo y tatuado con la pura barbarie en cada rincón del nocivo extremo del miedo paranormal de volver a saber de la corredera ubicación del vulgar espacio de turistas y rincón de las culpas y milongas y celias y estheres y enseres dealguien que de momento ni entra ni pincha las esperanzas de servir miradas, folladas y boliches.         

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