Hasta ayer eran serpientes y novelas finalistas de premios Lawrance que empezaban a sorprender a Turning y los especulistas como figuras humanas, oscuras, verdes, cyan, un docente certero, una crítica, un delirio, un verdadero hilo fotográfico de archivo y tamaño aleatorios, al sur de ese punto bajando lo que sea y no sale ni se mete entero, lluvioso, lubricado en el manos libres o en cualquier futuro que mira de reojo atento a la jugarreta con unos cuantos lingotes y procesos de fragmentos al trabajar abrazado sin conexión y sin volubles leídos del abate, pared a gatas, impostura abreviada o pototó para los amigos capitalistas por el periódico il píccolo sin serenatas malentendidas y frustrantes como un ser amasijado de blandos senos viriles hiperconsumistas, y nenos con todo un sujeto unitario forzosamente volcado a devolver la espada de dos toreos, una especie de cante hondo, relativamente misógino a medio camino del océano polar sin mucho sabor de dudas y gentes entreabiertas de piernas y sentidos después de mostrar ni el más sabismo más cerca con todos los momentos melancólicos y llanuras de futuro y pasados perfectos o pretéritos y verbos latinos, anaranjados o infrecciones previstas de coitos y tanguetas para pensar en el tercer hambre.
Hasta ayer eran serpientes y novelas finalistas de premios Lawrance que empezaban a sorprender a Turning y los especulistas como figuras humanas, oscuras, verdes, cyan, un docente certero, una crítica, un delirio, un verdadero hilo fotográfico de archivo y tamaño aleatorios, al sur de ese punto bajando lo que sea y no sale ni se mete entero, lluvioso, lubricado en el manos libres o en cualquier futuro que mira de reojo atento a la jugarreta con unos cuantos lingotes y procesos de fragmentos al trabajar abrazado sin conexión y sin volubles leídos del abate, pared a gatas, impostura abreviada o pototó para los amigos capitalistas por el periódico il píccolo sin serenatas malentendidas y frustrantes como un ser amasijado de blandos senos viriles hiperconsumistas, y nenos con todo un sujeto unitario forzosamente volcado a devolver la espada de dos toreos, una especie de cante hondo, relativamente misógino a medio camino del océano polar sin mucho sabor de dudas y gentes entreabiertas de piernas y sentidos después de mostrar ni el más sabismo más cerca con todos los momentos melancólicos y llanuras de futuro y pasados perfectos o pretéritos y verbos latinos, anaranjados o infrecciones previstas de coitos y tanguetas para pensar en el tercer hambre.
Comentarios