Supongo que nada, a dicho de hoy, a fecha de ayer o de mañana, ni se sabe el monitor, ni salen las cosas recontando el autor y retomando el rumbo de las lecturas rápidas en tanto saca el crápula del veinte o del Juan Miguel, no sé de cuál me hablas como derecho inalienable, con la dirección de mostrar lo que se acaba por una sucesión de corredores desnudos y maquillados de acuerdo con la importancia de cada salida negra, obligada a favorecer y a formar filas con proceso psíquico contrastado con el exilio y la incertidumbre de haverse quedado en blanco tras el último siete más, no caigas taxi, no caigas, enjuaga una primavera cualquiera ni a favortitismos con todos englobados a cómputo de cada plática sin motivo, de cada voz, de cada rinoceronte, de cada girafa con cuello corto, de cada hipopótamo, de cada idea absurda que se vuelve pija y contrasta con durezas y recuencos y cada callo del cerdo ibérico; dos, fuera auroelados y una pajita entre los dientes de ratoneta y ronques autosoup al papel del que se refiere al decir y hablar de cosillas anegadas petendam y productos de inmediato consumo y efectos que paran la caída de diazepanes purgados por faltas y pasiones meticulosas alrededor de un patio con crujías y bombones de tofu impacientes, la raspa mandona, mayor, que el mantequero de casa.
Supongo que nada, a dicho de hoy, a fecha de ayer o de mañana, ni se sabe el monitor, ni salen las cosas recontando el autor y retomando el rumbo de las lecturas rápidas en tanto saca el crápula del veinte o del Juan Miguel, no sé de cuál me hablas como derecho inalienable, con la dirección de mostrar lo que se acaba por una sucesión de corredores desnudos y maquillados de acuerdo con la importancia de cada salida negra, obligada a favorecer y a formar filas con proceso psíquico contrastado con el exilio y la incertidumbre de haverse quedado en blanco tras el último siete más, no caigas taxi, no caigas, enjuaga una primavera cualquiera ni a favortitismos con todos englobados a cómputo de cada plática sin motivo, de cada voz, de cada rinoceronte, de cada girafa con cuello corto, de cada hipopótamo, de cada idea absurda que se vuelve pija y contrasta con durezas y recuencos y cada callo del cerdo ibérico; dos, fuera auroelados y una pajita entre los dientes de ratoneta y ronques autosoup al papel del que se refiere al decir y hablar de cosillas anegadas petendam y productos de inmediato consumo y efectos que paran la caída de diazepanes purgados por faltas y pasiones meticulosas alrededor de un patio con crujías y bombones de tofu impacientes, la raspa mandona, mayor, que el mantequero de casa.
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