Alcachofas del carrefour plantan y se tienen por perdidas con las alcachofas y las mangas arrugaditas de yogurt y partners y ladrillos y bolsas de papitas negras con magoyas ejecutivas y ruiditos molestos y toses imposibles y tres mil y pico que dejan los segundos en blanco y ríen como monstruos y jetas de últimos tragos con juguillo azulado y vuelven a pasar diez segundos con pin de monigote bicho-palo y el zoom que vuelve en tercera para el paseo de la alfombra y el esque del tipo famoso, cultural, sin mucho sentido amable, sin test, sin tetas de agua ni chocos ni preguntarse qué pasa; más sin sentido no, no toca, fríe canciones chorras, se delata mugriento que todavía no toca en la paz para rato, por su basto tesco en secos, luego hace falta unirse al laberinto, al destino confeccionado para jugar al azar y cruzar las manos y dedos y marionetas dobladas sin cuello ni cutis ni el piu de la 186.
Alcachofas del carrefour plantan y se tienen por perdidas con las alcachofas y las mangas arrugaditas de yogurt y partners y ladrillos y bolsas de papitas negras con magoyas ejecutivas y ruiditos molestos y toses imposibles y tres mil y pico que dejan los segundos en blanco y ríen como monstruos y jetas de últimos tragos con juguillo azulado y vuelven a pasar diez segundos con pin de monigote bicho-palo y el zoom que vuelve en tercera para el paseo de la alfombra y el esque del tipo famoso, cultural, sin mucho sentido amable, sin test, sin tetas de agua ni chocos ni preguntarse qué pasa; más sin sentido no, no toca, fríe canciones chorras, se delata mugriento que todavía no toca en la paz para rato, por su basto tesco en secos, luego hace falta unirse al laberinto, al destino confeccionado para jugar al azar y cruzar las manos y dedos y marionetas dobladas sin cuello ni cutis ni el piu de la 186.
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