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Potorote

Potó rosa, o derivado, o undecidiendo honesta la respirada siguiente, la arcada frotada hasta la cuenta del kit enano de maquillaje interior y un plástico de picores incorporado como baldosas de la indefensa d'attente et envolver el sur, el evasivo cartón de toneles y rancheras y latas de grillos sin incoloros capricornios de ávidos lacayos esclavizando la muchachada de abejas y esperma de potorote y calinas y caireles a dos haces de relieve y barniz sobre las camisas blancas de mercado de entrantes y conquista literada por docentes y clavicémbalos y collages de pus redimidos a batir el desagradable primer mensaje del ming, del después del paquebote, del septernio de hierba incorporadas a la pócima del jacle jiance de ellas desde doscientos cantos con la siguiente secreción de hexagramas y pacates de cuello del gulag en el rostro de la atracción celeste sin fuerza ni voces en secreto, en la elaboración de la futura caja de placer con algas y pocos arrepentimientos brotando de las dos posturas del kamasutra alzadas para combatir el habitante mercenario del control autófago, arrancado del complot gemelo en el bolso de la suma de la huella del primer puñetazo del hablo con el potorote y suma y se lía un potorro para fumar con hierbecitas y setas y satélites de colesterol como lo absurdamente inseguro que pintará cálido, falso, como transformaciones de incienso a gas, a pedo de chouchouter como espejos dentro del ocio, del vicio, del sexo, de la rutinaria casa de cartón y las cenizas medio apaivagadas por los recursos que miran el error como niñas uniformadas, siniestras, vigiladas por el entorno de inestabilidad y fornicaciones intactas de padres a hijos que juegan a sacar las telarañas del castigo delante el persistente mal sabor del todo encadenado en el retorno de la piel de corrupción de quietud en el transparente falso, desierto, de aquellas que visten para, sinó de aquello que palpa la percazada pregunta de anís por edificar, públicamente el refugio del ámbito de la fecundada trampa de tantas espaciadas e infinitas o quizás el costumbre de la personalidad abrupta sin ayunar en los figurantes del escenario que irrita las localizaciones de nuevas y mismas horas de simulacro y amores y sal de sirenas y escamas del tiempo que pasa y todo se sobreespera con el picor vaginal al combate de querer una lengua con callos y aftas de petar a la follia fresquísima de sencillas de estrictas negociaciones por las ganas de gatear y chupar el chupetón que ofrece el antiguo cuello de pesebre.

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