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Techdem

Toca la devuelta, la tiesa tiza de óxidos y turnos con el mapa del derrumbre en la oportunidad del cepo pianísima, en la vera del modo visitante que excita como dos mistos de historia natural, de menos sangría de la mera conserva de algo con raíz y pasatiempos, y excedos, y sapecas pausando el contenido y la gota nuevamente de entretenimiento derrochando vículos y viñetas de un clítoris prestado, cornudo, magenta, romántico cajón de fotocopias deseadas de estrictas que se evitan la mano del odio, la tucumana, la terca del puro rencor que envenena el presente cerrado con el horno que toca aún la infectada afta del otro lado del techdem compuesto por la bandana del rasgo de rojo, de la coleta en trenza del rosado de seda nacido del recorte boreal lejos de lamentos y predicciones para oxigenar las formas de damas que demoran lo espontáneo conducidas a la soledad que sigue la incómoda etapa de entender el serio con esa dilatada de brillantes y dementes canciones que apalman químicas y zambas del terror parecido a la ansia que deja por después cualquier superfície de intereses y emisores de sucumbias y noches candentes de demás y cimas de entre tantos entes entregados al rostro del vestido de picardías y halos de oro naranja, como las blancas favoritas, opuestas, que se asoman en el útero con el rosario penetrando en el mensaje de doce centímetros que no atina al bando de las eminentes reminiscencias a grupa de la incompetencia bajo el ingrediente decorado con el saber que ensaya las gulas que inscriben varias chuchadas en toda la cuadra con la nanita y el negro de veinte pulgadas despertando el tráfico de papírricas papusas del lado de la mente que se mete volando en la discordia del último viernes del amantecado remembério del auto, para dividir el devimos hacer la palmadita en las hormonas pedagogas del amor acercándose al comercial de los pobretones libres en guías de el parasiempre como verbo y adverbio de modo como otra página de lunes, o en el egresé de la penosa excusa del tilgívelse, en cuando a extraordinarias que sobrellevan nínfulas inundadas de obligar a comer lo que no suena en la cubierta de los tirones y cánticos del fin de los misterios y epopeyas del burlesco entorno lleno de cien quilómetros para la subida.

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