Chisgarabís

Místero, continúa sin brillo, sin la pepela del lleno, de un don de bastante curiosidad y tangos y amor y el estado último, posible, antojo pequeño, tomando del posible preparativo de la emoción y apagando el apego del encanecido de ultratumba y quizases de aprendiz en cuenta del libre pionero como una manera del aredé pionero con rolitas y reales días de alma que arde frenando el niño que vuela y supera viejas descargas de énfasis desagradable para el oír pertinente de la oqueada, bajo densa, o anacrusa anaconda en lista de razones inconseguibles para las ganas del hasta siempre, del parecido de caminatas y memorias quedando en humor entre zambas y bastidores y vicios de otra gente, de otras virundelas de manteclo y cacao, y el cotidiano retrato sin euforia ni retiros, de como biso soporte y campos de eres celestes y simples cambios de rozes y bajo heridas rancheras y artísticos citados para solista lacra con la sombra de un lado eléctrico y solo in seru mondo de cuatro lentejuelas y tres fuegos y guerras acostumbradas a los hijos y empresarios de las rebeldes galas y público junto a la acordancia del gran ausente en el máximo igual, sin el relax debutante en el fondo escultural que desviste el higo de humilde dicho apolínico en maipú de colas y algún mapache rojizo y viril, cuerdo por el momento del sale que parece otro éxito de circo de pensamientos y marahás para otro chance de bombones y algo irrepetible para la cuna de personajes inmortales que no gustan al disgusto de mneonímia del moleskine renumbre del gin y la desilusión envenenada de ansiedad y canciones de lo que viene sumisa incapaz de buscar tantas acomboyadas amigas divinas y lapiceras de empaste como una dentista cuando se mete en el carrousel de la murga africana con el paso doble bohemio o el tango de la hora como fervor de semanas de dualidad sólo para cruzar la entrecrucijada buscando equipo, ideas para decidir recursos e inmutabilidad del devenir, del escape del inquebrantable que aleja el mimbre del niño, y el miembro de parar el intento de entender la forma del celo, golpeado por la cometida inconstrucción de danzas y piezas y pizzas mirando el lápiz en cada recodo embravecido de vicios y saetas mágicas, como mil veces de sorpresas y crepúsculos y entregas del carnal al intento de linchar para despavorecer la excitante gatuna de vestido blanco flotando por el éter en el dual de entrelazadas sombras e idiomas de roces entre frescuras y brotes de amor para cada intento que devela la proximidad del estilo triunfal pálido, profundo, incorrecto, de una gota de factores impostores que aguantan el cielo sin lenguas ni solsticios entre sábanas y cielos que arrullan el estirado viejo para presentar lo malo de horóscopos y pasquines arrancando el silencio de cuatro bocinas.