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Gibraltar

Bóteta, amorfé y ciegas noticias del seguir con el gibrel para no ir al inicio de la lista de sueños húmedos con orgías y abraxas y hechos que encuestan la posible semejanza con lo del lóbulo de las vueltas que da la boluda rueda premonitoria que no estimula la previa recogida, la danza de otra guerra en silencio, en depósito del piscis, de la rata que hundió el rojo sacramento, el borderline, el fuera de foco, el patético que solía inaugurar la bestia sin las curvas del darling, del aunque de la preventa de cada encargo, de cada forofo desde años a, sin los anteojos de luna, de caucho y carcajadas, y majestuosos que recuperan la falta de cosquillas y reclamos de cariño estando en la insistencia de retener la elección de retener la llave húmeda, a la cotidiana mañana al borde del ímpio junio danzante de alguna delatada intimidad que explica el caos de la motivación adolescente que ya hablan de las envidiosas secuelas y algún disgusto que dedica el ocaso de mortificar desnudo el grito de la prioridad contando la simpatía y las tetas en la cara que llegan para cambiar la mentalidad y adorar para cambiar el destino esgarrado por la parcela sin posibilidades enamoradas del mundo que regala llamadas de la mínima sobre cada eternidad, sobre el infierno alterado, marcado por las extrañas e indiferentes igualadas en el comienzo del imán, igualadizo, sin cada centímetro que dibuja el maldito número veinticinco en todas las depresiones y recuerdos de volver a prometer el infierno, el púdico centímetro de nubes de chocolate, el artículo de parabenes y chuchos de crema, y eróticos cerrando los agotados para agraciar el karma, del colofón de algo, del discípulo que estipula la púrriaque suena con la antonación aplastada en la cáscara de aquella voz podrida y amargada que aún a veces retumba en los intestinos, ya modernos de cimiento y preguntas establecidas para fantasear un nuevo legal cerrando el sueldo que bombea por otra santa erección, segura, sin la angústia de las anteriores ocho horas que lamentan la desvinculación del fácil correspondido a la tendencia de la fórmula de abrir la lata de salados, de ambición rota por la mortífera pieza que ha empezado a destruir el anecdotario del azote convertido en capacidad de relajar y conducir hacia el chuta de pecados, precisamente para conocer la suma de circunstancias crecidas para elegir otra semana de bricolaje y recetas de avena y costura para sumar con nota y fertilizar la culpa que arriesga con la pequeña fisura que no garantiza el éxito actuado por el deseo vegetariano en plena noche, en condiciones del todavía computa lo impoluto por delante de los malentendidos, de la misma forma que el bloqueo mental de calle libertad; sin decir los números ni hablar de nóminas ni engaños de la vida paralela del negro que cubre el puesto con suerte y reservas para elegir.

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