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Dziésñkier

Des, después del esfínter de la oración de cinco para las siete en notícias y papeles de recambiando mismos, pequeños premios de la maravilla de gornaz en alemán, en el nuevo entonces, y ese cotilleo de difícil bushido perspicaz y de vida periodística, de género sin el calzado número de otra milonga apretada en el tiempo para autógrafos y apetecible físico para manosear con la verga el estado del siempre en alagados rincones del tour de depender de la cita que sorprende al jamás, referente al romance del agujero del estómago de los fracasos amorosos y supuestos, integrados, famosos gazpos vendidos en el segundo, en la tienda de la retocrida cría de ideas, también letérgicas buscando el escape de la canguro, de la torcida fulana que forma como la versión del inútil grafismo para tratar el playback del ataque que prueba recientemente el show de tocar y acusar de jugar con primeras previas al minuto de alcohol sencillo, solamente petacas del noventa y seis graduados para maquillar el etilismo empírico abandonado en la espuma del experimento con inmunes mismas para resolver el tema de la rápida noche que complota entre los amarillentos jazmines de dzíniker sin alianza en los ojos de fulgor, por el momento de temor y quemazón para dormir en la profunda batalla campal de augurios y patadas embravecidas como la de hoy, la espectral que roza y obserba el cosquilleo de las faltas flotando en el susurro inaudible, entrelazado, tocado por el día gringo sin la pequeña letal que fuma negro sin puntos de picor ni miedos a adelantar algo maligno en la misma madrugada que borda los labios con el siempre, infinito ocho del sinó erótico que enmarca el redundante entonces que palidece el suspiro del chacra séptimo, seco y mudo, retenido en el intento de solsticio que envuelve la reminitencia de la espera incorregible.  

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