Irrín, a este lado, al temperamental cauco del hormonal transplante de costes y testosteronas que desbordan hacia las máximas épicas de sal, de igurris y luxaciones del posible, para mover el escepticismo, las meras posibilidades de ya ganar la dirección correcta de cualquier esposada sin posibilidades del ahora sin lujo ni toxicidades narrando que no es el mismo ni mover lo que no gusta, que no cambia con el percance de los problemas que transmutan a partir del cúmulo de fácticos que abren mentes y brincos como counters y horas malgastadas que no tiran el postsujeto a la era como el deseo de la verdad existencial en entredichos y hermanos de buenas tardes desde un random alocado, con el cavar citado para las bailarinas de animación, del zambra como en cualquier macho alfa que se centra en fertilizar las afiebradas lloviznas del despertar que presenta a san pedro como otro lento testimonio que no aparece al erótico urbano convocado para el etílico pedo de rachas y sonoras voces de fu...