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Pepla

Despedimos atrezzo, coronas de camello mirando volver chinchín, al navegar retorcido, y una entrada de otra en el rincón, en la parecida arquitectura múltiple de botas para vivir del imprevisto espectáculo de gogós y ganar perras y mierda de la de antes, de la harinilla de azufre y nuevas piezas de abril que caen más rotas que el chocolate de parte del digo, en sigo los consecuentes colores de alegría que tardan en devolver la tranquilidad del peplo estatuado en combinación con cualquier secreto de secretarias y moléculas jurando fuerte la escapatoria de las tablas y las eriptias que empatan con las erectas criptas criollas del cerebelo de la calle que revive menos álgidos retornos del hablado diazepan con boletus y más ajos que espadas en cualquier meublé sin fundamentos para seguir buscando en dagas envenenadas con prohibidas paredes de albañil, o de cicloramas que se confunden con años atrás de adornos y pasadas que arrastran el suplemento superado por dicha fertilidad de la dirección del dulce magnetismo comparado con las pruebas secretas entre comparar el miedo y las tocadas copias de creer en el sentido, en los dibujos del borrador frito en negro, en tetenal fijador, o mejor que se bañe en el paro con nuevas meretrices que ahuyentan los números de la soledad sin cáscaras turbulentas para entrar la música veraniega a las frutillas de otro enero helado para el mezclado de mientras, que cae al realismo menos fotogénico que las serviciales hazañas del camino del garabato de la dirección que lentamente valora la cabeza de la octava convertida en voto del no, sin otro factor convertido casi en una escuela de palabras para lo visto como monstruo y brotes invencibles para defender la mejor parte de los miles de quilómetros de ciudades y manos ganadas a la suerte de cerca, al piano de media distancia de la bondad de la distancia de tumbar experiencias místicas por todo lo referente que atrapa las sencillezas que han puesto nombres de ayudas y elepés de sones y vegetación por la parte demostrada sin las esperanzas que no buscan propuestas de trabajo ni los shows de citas que no arriesgan en la certeza definida.

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