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Dalve

Avales de más; de diez, de da, o para ella, contada sin perdonar la gamda gedan, la gamba de crudités, de especies y bulas de diez, o los más, o las palabras que no salen para empujar los ícaros, las letras de mantecol que abruman para taponar labios de cerumen de galletita contagiada con jugo de colocado marengo y bis, a dalve, al repetir camila y zangloteo, otro hasta que se empieza a abrir el zas del hambre de grillos y marionetas como anacoretas y nostalgias de mal gusto, de vuelta de la íntima ansiedad como de tesoro, de maderas y concordanzas por estampar el más exitoso mensaje de jugar por el dinero no envejecido, parado en el vulgar veremos chusmeándolo todo con la verema entre cejas, entre tetillas de rata y alfafetoproteínas preocupadas por si vuelven a estallar frente al usuario mental sin poder de queja y mentis de pasadas a trapo o a favor del waffle labable, con el mero gusto de plástico y canela que viaja hasta los cotonetes del nuevo paladar para la próxima lasaña hervida con brócoli al vapor y mufa de meter amor en el globito de los trescientos, antes de la letanía de leches y lechos y amagones de la verdad como ellas, como las esclavas del brujerío que avive tan acallado como los programas de ejecicios de la guandercita o aquella sin el dibujo del sexy babydoll con el título debajo la frente de pivón, de pensar hondo, un poco atrás de más escarbadientes  para platas y tesis de las búsquedas de memoria como arrastrar el sueldo en bruto, u otro bodrio de categoría nula para ironizar bombones y desayunos mucho menos amortizados que las de maní con mermelada y válvulas de manantial de ananá y menos frutilla que la primera cucharada de frambuesa o flan, o góndolas, o gárgolas de acero que enfatiza otro a quién ama al ausente de fabricación para la nueva oficina encerrada al declive entre más entregas de olores de ella, del descuido de más babas de cuatro visitas espléndidas que bailan afuera quejándose del karma recalcitrado con enruladores y rimel transparente como gel de secreciones y la confusión de salvar creencias y bondades locas sin color, que no viene al caso de negro sobre gris chapurreando los acontecimientos de identidad social.

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