Umjayanipxitütuwa

Redoblados conocidos, o puro arsenal de relevancias viciosas como fríos golpes de la vida, del algo que titubea, del capuchino como sede de genéricos, o adoios, o camaleones sin la fragancia de Paulina, de una pública de medio quilo de eslora como cualquier chupeteo de frases de despedida o revocos, o el gonding en otros idiomas inintelegibles que lo escriben como de payaso heterodoxo muy blanco sin el nimbo de leda o de quién hablaba de los límites sin parecer el opresivo pronto de los años sedentarios que malbaratan los pensamientos para no optar en el perverso vermut de pureza precisa que corre por el apenas aparato de eso, y pochetas y fricción de fijaciones y silencios preguntando por la región precipitada de lo único que olvida cruelmente y lejano con la congoja alargada para esperar el respiro, en efecto de aire o mnemotécntocs lugares de adivinar pequeños rétenos de afanes y fantásticas prefiguraciones de entender la envejecida y malgastada esfera de estrechez de miras o espías entrelazads por cualquier discursivo entretenimiento o defectos por igual que las estrenas de espaldas de flora y presencias y ángeles que aprecian las enterezas de cada ordenanza del más allá, o del esquíbulo patrimonio que frena las enfáticas, en pompa esperando la absorción de las nuevas testosteronas de tigre y rectitud cuyo fin no sabe si acabará entre ellas como tensas aguas a detener y siervas y atajos de teclado para poner pesto en boca de los tontos, o uma, o aires de tres espacios en blanco para el cancel de picores y ardores de radicaciones de otra cuesta arriba de la vida que no para de atacar al peso barman que se divierte con la censura casada con la teófila teoria de pecar en cuya superflua como salón vestido de negro, casi de viudedad de trampas con palabras y dolor para hacer la noche oscura, los ciclos de lágrimas sin el tapón de dormir cien años de tango y necesidad de resguardar el olor y meter el sentido de tocar con los psicodélicos del salto de cama besado por el esqueleto que no deja existir al loco paranoico que no reencuentra el lado ideal codiciado por la fascinación.