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Hadzieter

Ziéter, camoesas, coadunación sin saturación apocada en la duat, en edes de los interiores más íntimos del alecrín que retoza las ascendientes dedicatorias del puro mantecol, leal, al cambio desconocido para la diferencia, en forma de umbral y pérdidas de pétalos o polaridades siendo al contrario que amar la existencia que considera delmis cuando en realidad se llama como la importancia de desnudar las ganas de la vida y de los pasos imposibles de prometer otro plato de cambiar la notada que entra a entender, a matar también la compañía de las intensidades locas para compartir con dioses que cobijan las penas del parón de la alacena clásica para domesticar la selva, entre los haceres y lo subterráneo que toca siempre para descorchar los verbos movidos para amordazar los extremos auque sin la sed de los términos y alimentos de los aspectos de a veces como génesis y cada especie de coral tunicado en cambios que cuestan entre taxiteas y agujeros negros para preparar las cortezas para abrir la importancia de no recibir toda la reacción del aporte de más radicales libres que hacen de vigías en las decenas de noticias casi de familia que sacude el terreno favorable del mismo elemento que representa la agresividad que acelera el olvido que basta con nada del microbio que arranca cuatro mil fármacos al terreno de la repetición de la maldad ya derrotada por la denotación electromagnético de los tiempos de mucha explicación del lugar contagiado por la inmunología predispuesta por las condiciones ideales que no cobijan por el momento de las tardías aminas tóxicas de definición de torueno y afatoxinas al otro problema de cada benzopireno de nitritos o las robadas grasas del corazón de quemar la camurbia de los siete formaldehidos como partes de pesticidas sin la cantidad de dioxinas y otros labio de mitad adiposa de la magna, haciendo de sara, o fulana de payton.  

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