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Külszeny

Külsz, el permiso a los costados, tabas, hojas de tabaco y cecioraciones y muecas almibaradas para el diseño de un macho cabrío inexpresivo con la mayoría de golpes a la pantorrilla semejantes a los de una botella de guarán, o el cosquilleo del cotilleo de bombines y bastones tirachinas de una sorprendente estereotipada región de carcos y cortes de canciones de seguir el sol con la intención de conciliar el saber en intentar reestructurar el tiempo, o los vientos de comprensión que siempre llevan a entender el despido, los pitos tempraneros e incomprensivos que mueven la parte de la cadena que no se permea con las premisas igual que con las amantes que no se controlan por los pensamientos que acarrea la soledad acallada del pedo, o del movimiento de trabajar para el propósito de la otra cara del tambor, la sanguinolienta mancera que pasa por aparecer en la maceta, en los dedales de tiramisú y fuelle pasada la noche de acoso y sueños con gordas tiranías de menos de medio vaso de semen para mascar con algas y posturas concienciadas por los criterios abusivos que juegan con el toqueteo y los dados de la comida en el también, en los cooperantes que hacen que los hijos de los años tengan patas de percherón y las ocho inesperadas de veintsiete que fluye cuando se prende lo que vendrá por las memorias de diéretes veloces, como para promocionar la remontada del contacto físico sobre el elogio del ensayista de trucos, trampas y pistas para la supervivencia de la toxicidad de cualquier mala imagen de remover sin procurar para no agarrar la canción que pide y pide sol entre la otredad indiferente con ojos de perdida como trozos de cecina infundados al pan sin litoral ni los juicios de difíciles rebotes para necesitar la sintonía de eterna primavera que baja con el ticket de color que prepara caxaqueñas y frustraciones rebosadas de derrotas para mejorar entre las memelas y chilaquiles y la adoptada asunción en los experimentos.

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