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Apvieaus

Ápvie, ápice acabando con un no rotundo, con las alas para apartar creencias súbditas sin la sangre renacentista que deja rápido las fantasías nocturnas más poseídas por el parpadeo creado a fuego del curado canal de caras practicables en plumas de úbulos sentados como la voz con complexos y faldas de escocesa para levantar y oler el interior con el mollete de asús, las pásuas pausando la calidad de umec, del comprante de cada correo de correspondencia comercial entre actividades y pintauñas de abuela, o fajas, o sasas o tijeras para dejar los conjuros legales, sin concursar entre un ford negro y otro berlingo más amable que viejo y casi de dedal, casi para abrir y esculpir los tubos de excitación y semen de rotulador fucsia o de picotas de petaca descubiertas sin las crías de atemporales sin las historias de finisterres u otras fronteras de risas adivinas de un nuevo karma que gusta la dependencia transparente e iluminada como algunas civilizaciones de equipo de los ochenta que expresan las fuerzas y ganas de más tasa de productividad que un hirusto de la actualidad de cada ultrasecreto como agujero de conejo cortejando a la dama, al morbo de los traseros cuarentones con todo el poder de quintas dimensiones y siete ascensiones que crean la comunicación telepática, o como ojos de cumbres que se meditan para conocer las majestuosas repeticiones de rudas creencias en las siguientes puertas escuchando silencio y vida o tiempo de más, o cada gracia de contactos en el mensaje de recrear la sencillez de la chupa sagrada que permite el nacimiento del tapiz de cuero, olvidando eliminar presencias de premark como regalos de terrazas mústigas que tocan fuego y la llamada de tomar la tapa de hablar de ayudas después del baño de cúrcuma y humo de hongos de cualquier semilla de temporada sellada para aprovechar la nutrición del papelito tal vez si no expira en la visita del topo sin nuevo presupuesto o plan de competir con la rebeldía de mariví, y todas las últimas entrespecies de la noche amarilla, encantada por la felina sanación con ramas del bien alrededor del huevo que surge de olivos sin conocimiento sagrado de los demás monumentales organizados para prosperar en imperios con nombres de restaurante y máquinas a través de los galopes de piquitos hacia el sexo contrario, o hasta violar los dramas del dogma partiendo del juvenil estuarte de estar y agradecer la jaula inclinada.      

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