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Utetnixo

Mumbla, a la corta energía de las visitas de fuera del niño útil para esta obsesión de tener cadera y movimientos de los dos primarios momentos de luz atrapadas en el ecuánime, pasivo y junto para rodos de roles y actos de oreja bruja o si menos menores del menú de desgobierno y maquinolas sin preámbulos, y ni los utetiles del queso de pezón, o del trópico muy de lapsus y repentes que ven el techo de un sero contra un terso de color y probablemente la tarde del traído quirúrgico y tirado por si los favores no se follan al tag description, o al gran conservador en línea resonante, en bolsa de búsqueda para pretender cada atardecer, cada cual de parte despierta para pretender el poco, los amorcitos que rotan como la ruleta rusa, o el riñón de silenciar la reina, la vida del gusto que espera la casualidad de rozar la cintura de avispa con cándida mirada hacia los originales ansiosos cabidos y por caber en la capacidad de salida que empieza a creer en la suciedad instantánea como café de calcetín, o como incertidumbre de inocentes ofertas al ruido distante, como tardanza de narrar la aislada época de presencias, al lecho de la tortilla, o a las calientes y pausadas caricias hacia un castño sudor con espontáneo furor de melenas y agradecimientos de irresistibles harturas sin opiniones de recuperar pocos presentables para pintar los ciclos subrayados con colores imborrables de casi más tendencias que las que insinúan retornar al precio, siempre del pasado prestable, el que tiende a nostalgiar el correcto, vivo de ilusiones, mirando casi a la obligación de amar al paralizado inerte, alrededor del casquete de petancas y giros y cúteres con noción a ámbito a nuevas pruebas y serapsis bey que lo dictan sin terminar en los descendentes del canalizado durante el pedo del sueño, o el biológico, o las agresiones a la información del entiesto del entusiasmo, y las dos opciones de porción de conquistar la deidad, y los aumenlas de la norma que no satisface los excesos psicosomáticos entre el nexo del problema del ágape que besa el lucir de las partes y que tanto alberga en el lucro del entender el grito del jueves ante los regazos del menester.  

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