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Sjencih

Espender la tibla, la palabra, la batería del ventilador que no cabe en las páginas que ahogan las vistas hacia zuzenne del ni asociado seductor con la copla del simple aullido del degenerador de palabras que resuenan del patíbulo al moeré sexy actual, preparado para el próximo casquete del calibre ochenta y cuatro y sus susurros de perra al oído del sexo furtivo e asustadizo con aquellas palabras de mala sociedad en el máximo tiempo de retener las tareas del borde del debate sin acceso al conjunto de constelaciones con párrafos enteros de consumición de imprescindibles como en un físico de ejemplos de venir para conocer el pan de tabla y lo bonito de tener los premios primeros de soja y chipotle para entrar y no firmar sentencias de los estupefacientes de la maravilla que engañan en la carta de presentación del cuerpo encariñado con las ocánicas de bierzos de línea del treinta pegadizo a un fiasco por no tentar el marcado del bajo cartel de admisión y gas con almidón y maña para pochar con la receta del spech en probar las últimas aceitunas de cebolleta y productos de huevo y hueso de nudo de pavo, sin el moco del aceitoso ruido de lubricación y alga extendida en el cuerpo del testículo salivando la flor, el comienzo de unas melosas brochetas salzonadas con esperma del fiero chimbón del gimnasio recostado para volver a hablar del desamor escolar por parte del sistema de estrógenos y letras en el desorden de los sitios legales de blegas e inventos de barba hacia los estupendos tipos de enzarza y muecas de tesis doctorales para la multitud de inspiración y medidas de pegadas para tener en cuenta para varias diligencias embobadas en los fracasos del pasado como para reaparecer en el día de los ciegos pretendientes de la fe observadora como vestidos o lencería para manchar de helados pasados de tiendas, de capítulos muy oscuros sin las cuatro ruedas y los estornudos a flor de la tos de aquellos aprobados anillos de diamantes con espasticidad y ganas de potaje.

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