Goritiv

Vaccines y miradas de migones, del momento responsable que dará el control perturbante y verde de los pensamientos controlados sin vivir del entramado del tema de amor de creer con el gusto de los ingredientes metidos en el mito peritario escapando del espectador del primer segmento de aceprax, de rebote de la copia del compromiso aparte de la fortuna que fija declarar carajos o varios elásticos de látex, de un tipo de olor a ganas de tango seguido de algunas chalanas de hastaluegos como dioses de chocolate que integran e intentan un tercer set, una bajita partida de horas e intermitencias como una muda enyasada y enganchada al lephanet en algún flan de carreras o cristinas o platazos de amor para dejar las ideas de neuronas y bárbados cansados de esta letra con pena y setas que repasan y quedan y dicen depurar como un chiste de tres chéveres salas para un piquillo con roces y páginas firmadas con ilesas y asaltos de madrugada para piezas medudas de claridad que pasan por el lado de los chanchos y helados de taxis y coco visible a las vecindades divisibles con varios cálculos en el timbrazo de ratos y extraños como la nuit, entre bragas y botellas y descolocación del anclaje al trampolín de maderas y telas del rubio trío de tiones y avetos para hacer las fiestas de tiro libre de tres estéticas como de matambre y auspicios de boucheres y platos de paperas intoxicadas con lotes exprés de navidad cosida por tempestades de pastel de ñoquis enganchados al engranaje del abanico de roquefores y rollos de papel anal para la busca que muerde el momento de blanca astenia y desaparecida con una escuela bruta de espacio-tiempo sin la tranquilidad de volver a abrazar el trasero de otra mano de la imaginación del quince del sound y el aceponato de meitlprednisolona como en luz de gamba y sorpresas con capacidad de brochetazos de cotonetes y esmeros en mousse de picaflores queriendo el barullo de un porsche enamorado de la carta de ajuste, del persacute de mazapán y ventresca de culo de la sierra.