Cómplices sencillos, conjugación de un nuestro, un aunque, tres o cuatro, o mil hiedras de pozolillos y conceptos en ciertos autismos que dejan los trozos de aprendizaje del tiempo en streaming, o los cafés para ver las curvas y el orto y la excitación del comercio y los horarios de la ansiedad opaca y consecuencias pendientes de los nomentos regocitados con el derecho a la bragueta y a la saquedad de la emérita acción que sueña con más húmedas trocas de tinta y affaires sin sensatez que corresponden a la salida desfigurada del madrugador nervioso, católico, hablando de la cogida para fastidiar las nadas del derroche de hombre rico malgastador y escatimador de por igual, dando noches y petarderas pidiendo dolor de entrega en la cima por intentar romper la sequía del sexo, de la construcción machacada por el picapleitos, o por el mismo cardíaco que abalanza los asuntos del principio hacia otro intento claro de indignación, sin maquetar el cinturón de cobre y leas, como un mismo conmigo o con la quirós del futuro, escrito normal se podría decir, hechado con el arrecho y también el odio que no planifica el egoísmo de la sociedad vestida de identidad pública por muchas primerizas historias arbitrarias que ni en impreciso orgullo se agotan las existencias de codos vistos por fortuna exagerando en lo correcto que elogia las vías del ambiguo profesional.
Cómplices sencillos, conjugación de un nuestro, un aunque, tres o cuatro, o mil hiedras de pozolillos y conceptos en ciertos autismos que dejan los trozos de aprendizaje del tiempo en streaming, o los cafés para ver las curvas y el orto y la excitación del comercio y los horarios de la ansiedad opaca y consecuencias pendientes de los nomentos regocitados con el derecho a la bragueta y a la saquedad de la emérita acción que sueña con más húmedas trocas de tinta y affaires sin sensatez que corresponden a la salida desfigurada del madrugador nervioso, católico, hablando de la cogida para fastidiar las nadas del derroche de hombre rico malgastador y escatimador de por igual, dando noches y petarderas pidiendo dolor de entrega en la cima por intentar romper la sequía del sexo, de la construcción machacada por el picapleitos, o por el mismo cardíaco que abalanza los asuntos del principio hacia otro intento claro de indignación, sin maquetar el cinturón de cobre y leas, como un mismo conmigo o con la quirós del futuro, escrito normal se podría decir, hechado con el arrecho y también el odio que no planifica el egoísmo de la sociedad vestida de identidad pública por muchas primerizas historias arbitrarias que ni en impreciso orgullo se agotan las existencias de codos vistos por fortuna exagerando en lo correcto que elogia las vías del ambiguo profesional.
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