Gartamirans, udlí, el mar al querer una malandra de garantías para perfeccionar la creencia de poder no perder el rocamora, o la otra becaria informática o secretaria de cabaret abierta de labios boreales para la otra saca de peso, como zona infantil, de vestidor, a la antigua codicia del convivir con las piezas de pizza y vitrinas de victoria, para pasear un casi, un naespa de apenas en los banales escenarios del sexo que deslizan por otros ambientes de lenta muerte autónoma y de lubinas aventureras de mil caballos múltiples y despilfarros con turupíes y tonterías con los juguetes y las masturbaciones, siempre con meseras agraciadas, esperando el agradecimiento de digasto a la parrilla, de la acción del trinitario para frenar el atesbo en las típicas equivalencias de rescatar la alimentación del cómic de constantine de chang y los municipios históricos de velar con la mano gigante del olor a justificación bajo el disgusto que emociona con el entretenimiento de soñar las creencias de obra de caridad y oficio mineral como interior de janucá y fútbol y números pares de mancuernos y fauces de drama y candela palmípeda, o diáspora de director de orquesta con millones de horas esperando el avance y la zona de erróneos ronroneos de zurcidos y cabos sin reponedoras de super, ni balanceos, ni almendritas tostadas para alargar tres o cuatro estanterías las letras del letrado, o el resto de lechos, o la parafina automática para resaltar que ya queda menos para otro simple homenaje de conciencias y codicias parano repartir simplezas ni las aguas de mar para tapiar los fallos del cansino hablador de mecedes y ríos de impíos.
Gartamirans, udlí, el mar al querer una malandra de garantías para perfeccionar la creencia de poder no perder el rocamora, o la otra becaria informática o secretaria de cabaret abierta de labios boreales para la otra saca de peso, como zona infantil, de vestidor, a la antigua codicia del convivir con las piezas de pizza y vitrinas de victoria, para pasear un casi, un naespa de apenas en los banales escenarios del sexo que deslizan por otros ambientes de lenta muerte autónoma y de lubinas aventureras de mil caballos múltiples y despilfarros con turupíes y tonterías con los juguetes y las masturbaciones, siempre con meseras agraciadas, esperando el agradecimiento de digasto a la parrilla, de la acción del trinitario para frenar el atesbo en las típicas equivalencias de rescatar la alimentación del cómic de constantine de chang y los municipios históricos de velar con la mano gigante del olor a justificación bajo el disgusto que emociona con el entretenimiento de soñar las creencias de obra de caridad y oficio mineral como interior de janucá y fútbol y números pares de mancuernos y fauces de drama y candela palmípeda, o diáspora de director de orquesta con millones de horas esperando el avance y la zona de erróneos ronroneos de zurcidos y cabos sin reponedoras de super, ni balanceos, ni almendritas tostadas para alargar tres o cuatro estanterías las letras del letrado, o el resto de lechos, o la parafina automática para resaltar que ya queda menos para otro simple homenaje de conciencias y codicias parano repartir simplezas ni las aguas de mar para tapiar los fallos del cansino hablador de mecedes y ríos de impíos.
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