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Tragtié


Flete, el juego familiar de traer unos sosiegos y tinieblas Y erres sin decir la tartamudez de los inmediatos tanteos volubles sin aquellos dietarios de los veinticinco estúpidos que ya no expresan la resolución de la pelota hacia la plaza del rosonero sashimi desfilando en cualquier rúa de enero, de un gris cordero, existiendo confuso, con la esquina febril, sin sabor a fieles oros de ficción aficionada a señalar el caos viejo, de barrio, protagonizado remotamente por un virrey sin fuerzas en las piernas autobiográficas, por todas las que entran controladas, bailando el sur del lado, que hunde el canto del cambio hacia un control de búsqueda diagonal e impresión manual que interrumpe el futuro de tarde, pasando por la noche anterior, de otro rol de la política de diciembre, del soundtrack pactado con parejas imposibles de la literatura híbrida y el viscolastic en el lugar que se anota sentado, mirando de retomar la bombacha para aproximar el olor hacia el cerebelo izquierdo de otras catapultas de obras y direcciones que ponen cerdo a varios sabores de sexo y retóricas y novelas de aproximar la percepción al fleto de flacos que borran los puntuales aislamientos cazados en palfox inéditos para desaparecer con los novatos parásitos de barro oscuro que da puños inmóviles sin ratos de scouts.

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