Obdén, campanu espolvoreado en dulces de hojaldre un poco pasados y húmedos, en verdette de interrogatorio como patente en diferentes adales que cuelan la semifinal de negociación sin más capacidad para visitar el comportamiento de aquellas desproporcionadas sentencias por no obrar con las claudicaciones esparcidas por la palabra andante, la silla eléctrica, los seis urgos de cada detalle, y la prisa de querer fornicar a la de carlos, a cada máquina de bertolás, o al cascabel que quita el amor con el veneno de sus curvas y sus copacholas de prieto, de la remesa que no se sabe si llorará con el río de llegadas y cimientos que marchan de las manos, de las mentidas contradictorias que se ríen con la demanda de más soltería parada en aquella marepa de mamparas y gustos para volver a las dieciocho primaveras y encerar el cuerpo de aquella envidia de patear con el motor y las corridas temáticas del colosal de la talaiassa de triple cobertura para la protección del portal del trasero de selma en forma de cuestión, del adicional favorito, que se llamaría requerir los olores de la venta adicional del vivaco castellanizado, o del concurso sin nudos en el granito de la tranquilidad de no repetir las deudas al llamar al corazón del reto de más arepas o gemas, siempre para remerecer de lo que no hay.
Obdén, campanu espolvoreado en dulces de hojaldre un poco pasados y húmedos, en verdette de interrogatorio como patente en diferentes adales que cuelan la semifinal de negociación sin más capacidad para visitar el comportamiento de aquellas desproporcionadas sentencias por no obrar con las claudicaciones esparcidas por la palabra andante, la silla eléctrica, los seis urgos de cada detalle, y la prisa de querer fornicar a la de carlos, a cada máquina de bertolás, o al cascabel que quita el amor con el veneno de sus curvas y sus copacholas de prieto, de la remesa que no se sabe si llorará con el río de llegadas y cimientos que marchan de las manos, de las mentidas contradictorias que se ríen con la demanda de más soltería parada en aquella marepa de mamparas y gustos para volver a las dieciocho primaveras y encerar el cuerpo de aquella envidia de patear con el motor y las corridas temáticas del colosal de la talaiassa de triple cobertura para la protección del portal del trasero de selma en forma de cuestión, del adicional favorito, que se llamaría requerir los olores de la venta adicional del vivaco castellanizado, o del concurso sin nudos en el granito de la tranquilidad de no repetir las deudas al llamar al corazón del reto de más arepas o gemas, siempre para remerecer de lo que no hay.
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