Retomado o no la cruz a cuestas siendo la misma bóbeda cristalina, la misma conversación en el umbral, lícito en este momento, en el momento que suenan letras y racimos de ilusiones, las picas galácticas que hacen tolón y se dirigen a los hermanos profidios , al posible paradero, al soñado paraíso del cinto aislado, retráctil, de son métre, en el comienzo o hasta el próximo fin de semana, hasta la llamada de Rudolf para alcanzar otra vez el paraíso sin más bajones ni mantenimientos raros, sin alcanzar más bulerías y vueltas de coco que no entienden el porqué de las actuaciones y margaritas cargadas de pétalos imposibles por el momento, por tranquilidades que no se consiguen por hoy, no dejan de aparecer las pasadas ansiedades expresas de señoritas y primeras veces de penas y bellotes que pasan y no se dan culto del mon amour que de momento no existe, sigue en el mundo de los sueños, no aparece en el mundo de Rudolf, ni en el de Fabio, Schneider, Paco Sastre, babilónia, equivocaciones del silencio moral, encendido con tres lebreles.
Retomado o no la cruz a cuestas siendo la misma bóbeda cristalina, la misma conversación en el umbral, lícito en este momento, en el momento que suenan letras y racimos de ilusiones, las picas galácticas que hacen tolón y se dirigen a los hermanos profidios , al posible paradero, al soñado paraíso del cinto aislado, retráctil, de son métre, en el comienzo o hasta el próximo fin de semana, hasta la llamada de Rudolf para alcanzar otra vez el paraíso sin más bajones ni mantenimientos raros, sin alcanzar más bulerías y vueltas de coco que no entienden el porqué de las actuaciones y margaritas cargadas de pétalos imposibles por el momento, por tranquilidades que no se consiguen por hoy, no dejan de aparecer las pasadas ansiedades expresas de señoritas y primeras veces de penas y bellotes que pasan y no se dan culto del mon amour que de momento no existe, sigue en el mundo de los sueños, no aparece en el mundo de Rudolf, ni en el de Fabio, Schneider, Paco Sastre, babilónia, equivocaciones del silencio moral, encendido con tres lebreles.
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