Crudo, o casi, al paletto decimotercero empezando por el norte de la embriaguez, de la locura colírica, de la paleta pro captu de algunas américas recomendadas por terceras ediciones granas, desmesuradas enormemente de la sua mezza desbordada por la regatera abrazada a su flanco, laburanta, hecha de besos jugosos, de babas de caballo húmedo, en celo, horas puente por lo menos, mirando el pubis deseado, imaginando los besos mojados, las primeras veces, emociones del encuentro redactado por el acopio del destino permitido en las primeras visitas guiadas retirándose de manera, movimientos lentos, obligados a permanecer clavados en la penetración indecisa sobre su delicado ego, sobre sus cópulas obligadas por la marca, por la mente perturbada que se aferra a la única razón de peso que contradicciona la primera hora de la mañana en el fonde de cada bolsillo lleno de deditos, vibradores en forma de conejito lulú, en forma de dientes, de zanahorias, detimbres calurosos, y luego goces, y gemid...