
Intentando reservar exactamente como en la comedia el control de la euforia pasa por ocho o diez pases de baile, construidos rudamente con estancias perdidas en la honda nostálgica fijamente ante si, ante vírgenes cuidadoras, aprendices irrefrenables del oficio sin más, sin educar los cultos, ni el verde moruno rítmico, dotado de poseer el don de la pronta marcha atrás, con una leve visión de futuro cargada sin indicar nombre para empezar, tremendamente, de esas tres variedades de aparatejos sutiles con contramaestres a segundos, audacias, tremolinos mediterráneos, geneidades a su mundo, prefacios sin puesto, biografías putrefactas de dionisios y cucharas de verde moruno mezclado con otros cha, y gaseosa masticada.
Comentarios