Siete meses, septenios, siete, siete, siete alpargatas, siete diazepanes... siempre siete, mirándome y recordándome benzodiazepinas doradas en dosis elevadas y administradas vía oral, agónicamente, sobre las exportaciones censuradas, rodeadas de ardor y de algo impuro que sigue mirando reflejado de vez en cuando en alguna parte de la mandrina de dunas suscitadas altamente secretas, responsables de las minas en forma de idea y de bombacha distante en el paraíso del olvido anterior; que nunca se muestra de acuerdo por formas sensoriales y viables de otros tiempos que le recuerdan a los modernos barqueros sin menor razón para permitir fallos eternos, sin claridades sobre los enemigosque siguen hablando del tiempo tocado y no dejan y juegan mortalmente con ansiedad y con el dueño del cuerpo al que le toca rejugar a la oca para encontrarse de nuevo con Matías viendo culos llamativos, porosos en setecientos metros de estelas externas y nuevos eslavones para alcanzar sin avisar de nuevo.
Siete meses, septenios, siete, siete, siete alpargatas, siete diazepanes... siempre siete, mirándome y recordándome benzodiazepinas doradas en dosis elevadas y administradas vía oral, agónicamente, sobre las exportaciones censuradas, rodeadas de ardor y de algo impuro que sigue mirando reflejado de vez en cuando en alguna parte de la mandrina de dunas suscitadas altamente secretas, responsables de las minas en forma de idea y de bombacha distante en el paraíso del olvido anterior; que nunca se muestra de acuerdo por formas sensoriales y viables de otros tiempos que le recuerdan a los modernos barqueros sin menor razón para permitir fallos eternos, sin claridades sobre los enemigosque siguen hablando del tiempo tocado y no dejan y juegan mortalmente con ansiedad y con el dueño del cuerpo al que le toca rejugar a la oca para encontrarse de nuevo con Matías viendo culos llamativos, porosos en setecientos metros de estelas externas y nuevos eslavones para alcanzar sin avisar de nuevo.
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