Ésoter, tira mocos inconformistas, se va de uno, de dos, de tres esperas sin rebobinar placentas fetichistas según el manual de la séptima fila contando desde arriba de su balcón y agarra lo único que sabe del tiempo de los monos y de golpe la conducta cambia y se transforma en condición del dejar para mañana los planes nupciales que nunca existirán grabados entre diversos actos; tratando de mirar los principios y gastando cada uno de los errores y culpas desde la justicia suprema para romper desde muy temprano etiquetas grandilocuentes y sumas de elecciones sin excusas para expresar con el cónyuge perfectamente lógico, y el destino esperando para abrir la puerta de la esperanza innoble por la inicial de su cuerpo, y aún, de su mirada débil a la hora de proyectar nuevas imágenes y firmas de optimismo para asegurar la continuidad etérica de las formas y sus antiguos límites de culpabilidad que siguen preparando el terreno para nuevas ocasiones en deudas envidiosas, totales, húmedas, imitando el erotismo, el sexo dispuesto a comer lo que se le ponga encima, a tragar los delirios y energías que pertocan y contemplan confort y deseos de purificar antes de llegar a Kamaloca del próximo estado, o limbro.
Ésoter, tira mocos inconformistas, se va de uno, de dos, de tres esperas sin rebobinar placentas fetichistas según el manual de la séptima fila contando desde arriba de su balcón y agarra lo único que sabe del tiempo de los monos y de golpe la conducta cambia y se transforma en condición del dejar para mañana los planes nupciales que nunca existirán grabados entre diversos actos; tratando de mirar los principios y gastando cada uno de los errores y culpas desde la justicia suprema para romper desde muy temprano etiquetas grandilocuentes y sumas de elecciones sin excusas para expresar con el cónyuge perfectamente lógico, y el destino esperando para abrir la puerta de la esperanza innoble por la inicial de su cuerpo, y aún, de su mirada débil a la hora de proyectar nuevas imágenes y firmas de optimismo para asegurar la continuidad etérica de las formas y sus antiguos límites de culpabilidad que siguen preparando el terreno para nuevas ocasiones en deudas envidiosas, totales, húmedas, imitando el erotismo, el sexo dispuesto a comer lo que se le ponga encima, a tragar los delirios y energías que pertocan y contemplan confort y deseos de purificar antes de llegar a Kamaloca del próximo estado, o limbro.
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