Neanche volutas la mano abajo, claro, las elecciones sin límites, el poder visible, sus babas reimpuestas, lenguaraces, porcentajes del tanto de cobardes, de luces fundidas en el balance cosechado, pero no corre más, habla de otros como el bálsamo placentero de lo absurdo, de la nada ambigua, du plessssiuss o de forma recurrente cement svoreving, cunilingus breve, dos chupaditas en cada becerro undido, satinado, boadillo del monte, al contado de deudas crepas y ofensas y fósforos de sicarios operandi asotiation, tan esperatum en ciernes y aparatejos a tientas, coyuntural salvo raras veces de porai y pocas dudas del destino escrito y redactado en el silencio folongo del primitivo cerebro durante desarrollos y hablar con greg fuera de casa con el disimulo de los autobuses y las cáscaras de mantecol a la misma altura que ella, del gabinete doctriniano de profundo contínuo de la propia lluvia dorada del sueño de una manera satinada, salvatierra, a la vez que su legado One Crawford Baltimore en neverland pero no su siguiente parada en un cierto orden automático, como atentos que provienen del hecho de necesitar caucas y de dos de ellas, hormonas de cavafis, apetecible; un consume menos que la hacen para diseminare de donde hay de haberlas haylas aseguran abogados y pasas con ciruelas secas y aplausos visibles en gemmas preciosas y lembranças y tropas de nuevas cargas llamativas ideal para el añoso de series y terminales gemelas, esclavas del sego irrumpido en la segunda mitad existente; y los coquitos que saben a almendrados de coco y buscan la felicidad y cada sin sentido de los aplausos secretos que aluden a la radio y bostezan al comenzar un cambio radical sin ansiedad en menos de meses y meses y pecas y ataúdes limpios y mimos del propio girasol adyacente de látex abierto por una punta con contrapunta para látigo y resultados de la búsqueda Kiabi entre porotos y destrames de lencería.
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