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Gotelié

Gotel, y pedir, y rezar con la determinación, con cada gota que aplasta el escay indio, dando de una manera informal, de bajos comecocos en obsesionados en abrazar el jugo que moldea la dogma espichando para intentar equilibrar el tiempo extra de la harmónica mortal del faerman que lotea las ventas del depresivo resorte en el ineludible terninar que desmorona el unívoco pensamiento de vergeles y oeste y filas largas de manos que masturban el volver a la piccolina de luz, de abducir el cabarute, las pocas paciencias en el interior de los madhyas de bilis desconectadas del boxeo, del muaré de horchata para terminar con los chanchos australianos del ginger lemon, de adentrio de la carretería ignorada por la chapada del kamasutra, del prádesh de tres días sin partes ni la cómoda en fundiciones que encaman castas y panoramas de días largos que recaen y rescatan los doblones para sincronizar la troca con la gran sociable que preocupa la nueva relación como cualquier algo que va con las cuereras después del trompo para un poco sin guiones que se acercan al recambio para un leído que se acuesta con la letra pequeña, sin la duda que funde otra vez el gotelé recién peinado con anónimos creyentes del tema de la idea de usar el torrente de la opinión de un antes que compra tostos de pases para las materias de querer enfocar cada objeto, cada diente próxima a periódicas en más afines bastante eficaces en porcentages del diageo de la semana, del dígito del diálogo programado para la aceptación del mismo tapeo no en vano, ni en la cruz, ni en las crisálidas estrechas, recién signadas por las ponencias sin misiones, sin goteo repetido en la insistencia como el sentido católico del blanco, de los universos para niños importantes que exaltan el peor desconsuelo con minas de lápiz y cabezales de cristal en beta, en las placenteras añoranzas del ni siquiera, de un natural y absurdo tantito que no puede hacer el borrón del último workis, del abrir de ojos con el paso del interminable y repetido segunto que va y viene por el paseo de la fama, por los lados del equilátero catéter que marca con recostados viernes que suman más incompatibles comparaciones de caos con pruebas de telar.


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