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Neúrsarced

Sá, uné, uno de muchos que pierden fiscalías de sueños que saltan horizontes probables, o de pasos neúr nevado, tratando no temblar por la atención que reincorpora los desgarros de la miel en el plano del plato agrietado real, sabia establecida en la vestimenta del rayo actual, del blanco empapelado como los setenta y pico, a topos, a lonjas, a propias cataratas desfiguradas entrando para pasar de las dudas comunes como la aprensión nublada delante de la vista de un frenético y miserable hablando a la ingenua mitad del cosmos y eventos hurtados en el acá de la adaldría y el haiku principal a las farolas apagadas que rompen la partida de fealdades y algo más de deberes callejeros, rojos símbolos de regalos y tiendas de hogueras vecinas y maridajes catalogados como publicidad de chocolate y almendra de dulce, de los imprevistos bustos de helado y olor a mesaza y hierba seca para el gallo, para el sexo trémulo que se sirve con hervidos de tiempo y cumpleaños al borde del desasido y atestado con furgones y vacas y vaho de caza limpia que conecta con las novedades de cocinas y gargantas heladas y gulas y goles, algunos más rancios que la clasificación de cualquier marca dándose el lote con los repuestos de márketing que sobrevuelan antiguos inviernos entre piedras tan viejas como los parajes de majos y conejos sobrescándose de la varita, del clan de un diseño cremoso, como otra textura de las proféticas telas descalzas y robadas en el lugar de las nuevas uñas sanas como flechas en una codiciada astucia, en un melé de mierda escapando del punto de partida del juego de tres, de concateadas lorquianas y réptiles y demasiado viaje para el palmarés de un singular que conduce con la paradoja de leer cada palabra inquieta, o girasoles de sangre de mayo, de pies como empate de tena desnuda al sacromonte, al sabio patiño de patio y forma protagonista de calafar de la acordeón de madera, del precio de cada agujereada reacción vivida por piezas directas, por cadenas, por gritos y ápices de color entramado para arraigar el fin, los meses fríos, o la zambomba de apios y zanahorias cerca del gas para aplumar los tangos y pocos mañanas del mimo temporal respirando islas del cosmos perfilado como compuestos y razones sólidas como aspectos más potentes obligados a la foto.

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