Iktsuarpok

Nélida viandita, laboretta, otra vez que desconfía del serrín, del tejado para coser con la fabricación del pensamiento adecuado para parar la falta de besos y chochos raptados y decapados por un nuevo destino, por los líos desi realmente atrae la idea de salir de la belleza de manera brusca, o elegante coordinación repleta de lentos precios robados de cine estancado como las aguas bajadas de horchata, de cameos calientes y camos y camellos para harinar los últimos granos enormes sin la penúltima cabecita de pus medio entrecortado por la penúltima visita de bisiestas paciencias en la puerta de la traducción del porcentaje sin la adrenalina para dormir y erotizar la vida, el nuevo laboratorio de armas, mejor dicho, casi centenario lema de mordisquear el atragantado gaidrig en forma de entonces, de los dieciocho indistritos maltrechos de indiscreción y autosuficiencia parada entre las ideas que acompañan la testosterona que vuelve a saludar los cilisios de cualquier cefalea que imita la mitad del reloj romano, sin la otra jaula de tigres y mazmorras de monzones y páztias de láminas y algo más de un conjunto oblícuo de agraciadas perlas y despistes cuadrados a zonas del desconocimiento, o a más de la misma historia de diseños de miedos rodeados de otro tipo de máquina de escribir oscuras realidades que no llevan a la alergia final, a la erección de la pata de gallo, la segunda para herrar eyaculaciones más presentes e incontroladas para los que no entienden cada entrada principal de cualquier espera sin modos modificados por textos y más habladurías de ánsias y soledad de sólseles y salsas para más pupurri, para rehacer el shock de haber hablado por última vez con el año maldito, con el lento cerdo que vuelve al parecer a por la carga de felicidad y por recumplir el set de aquellos detalles olvidados que se paseaban por otra posible infección del púpilo pintoresco de entrante, o sin las sinalefas de seguridad  que no sobreguardadan mantear cada trozo de sorderas en pangea de entreactos y casualidades que sólo se dan en cabarets separados por posibles septenios de marionetas y trozos de dulces marujeos.