Perlesia

Prelés, o peros del día, o braulios floripondios de afuera, decía la leve protocolaria de los recostados éxtasis en adelante que regresa curvilínea para los susurros que no se detienen ni al asegurar la parálisi de mano que avanza hacia los gánglios gámetos que unen la élite profundamente olvidada por el nuevo perfume sin conceptos de otra sabia irregular, de otros que duermen por los dolores que se creen cercanos al drama, al tente, al juguete de raíz y poesías que sacuden el robo de identidad, las formas, los estrechos bosques de felpa, de imaginadas victorias que se alejan y no pueden volver a formar parte del sí, de los quilos daños y costes para perecer a lo más alto del nido, de los puros cometas de seguros de vida que se creen a los capitanes que no quieren aguantar las tendencias de borracheras y volver a enfermar con jornadas diarias de sexo de pago y vicios de todo tipo para paliar el desapercibido par en los patios de los tigres y mormones que piden repetir y destrozar la harmonía de usúe, como usanza del todo, del método de lo de fuera del bóvido como carnal para las ojamajas y natividades que relistan cada nochevieja de oriétoros como lingotazos y amantes para la recámara del bombeo sin suerte circensa que crece para pintores rucios con mechas de bipolaridad y rubíes de identidades de pega, de cachueros nadando en un después remodelado como otro cuando sin respuesta tocaya que cuenta la práctica solstícica en el delirio de cajetillas de don Miguel, de perem, o mundo abierto en el link de la biafara, de la prelesia venida de la mezcla de instrucciones del repertorio con tener chifes atolondrados directamente hacia otra teta en versión hombre de financias con bandas actuales, aislados líquidos de pocos minutos que incluyen dos mujeres si hueco para pensar, de tallas, de pánicos entrantes, en planes salientes de calor de mente sin sentido corrido por hilillos tirados por sensaciones despiertas y huellas y débiles amaneceres sin su nombre que duerme entregado a la vida material con el sistema peleando por el engaño que remueve contraídos metros para medir, bajar, gritar panenkas del mejor, del rompecabezas en camino de vuelta supervisado por logros y alucinaciones del paso inevitable de las cosas y los excesos de decires y rincones más remotos para los nuevos orgasmos pintados por el consenso de la lectura interna e indudable tocando atenta para tragar el palo, los cafés de tubo que fuman oxígeno, delincuencia, sobretodo peste que suena en la lejanía infectada por las bodegas del híbrido hibiese.