Tulicrem

Mojapán, o los frúturos para lejos, para esbozos de hormigueo, sin garra ni los inestables momentos que hablan como otro fundamento de cobijo pero a la vez la adrenalina de cada cartomagia sin instrucciones que no cuecen nada serio, desde la larga misma, las monedas de chocolatina o los cigarrillos sin máquina, sin las aprovechadas en ayunas como cárpatas y tres cosas del puro romanticismo como dobles que se estrellan con la misma medalla en los asolados haciendo de este tema un supremo control de calidad y casados intereses con la historia del no en mayúsculas, de las medallas de la incorrección en la inquieta cuerda ancestral que vuelve a temblar sin haberse comido la marisela de crustáceos y éxitos y cocodrilos moviéndose en el interior y rompiendo el quito, el volver a soñar con despertar junto a la métre de fuego y palizas montadas en el nuevo historial arábigo de tulicrem y cucharitas de plástico y clásicos elásticos de colza, como ochenteros abrigos de recopilación de inquietudes y carpetas de caimirí, como volver a reconstruir estabilidad de sospechas que caerá la pulida que compra la calma como propiedad, por la misión de quedarse con el consuelo de la múltip`le actividad del rumbo, sin orgasmo ni los perezosos de espalda que salen de la cama acompañados del hígado viajero, de amor tontorrón como cremas de coco y confesiones diarias de cada sentimiento, de las pérdidas del polvo de cacao y varios pequeños torpedos de limón y pijamas de opitram con el sello de color del motor cedido por la sala de máquinas del pequeño porqué de ojos abiertos como ollas para respirar preguntas y títeres y veces, por la simple sacudida que cubre de por sí los escenarios que esperan la escena de otra oscura y monótona soberbia por determinar las grebas de veritentes y afluentes de fados y galanas estéticas de todos estos números que siguen con el olvido negado, con las rutas escaldoras que refugían las sineras y sendas más allá del saber de los nuevos escalofríos de seda experimentada con el subido cuerpo hacia el escarpado escaparate sin berrerones de la descripción pedaleada entre otras cosas por los límites llenos del faldero de la sed inefable del karma presente al trascendental interior.