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Scejtez

Intenta el humo que larga de recoger las formas de suero fütyülós, como aniquilado vicio de copas e ingenuos como lloros y todo al mismo tiempo de la ingeniería que no sale a abordar la pereza de las manos, a la envenenada nostalgia sin solidez ni los varones de estrellas que calientan huellas de algo tecleado con los porcientos y las presas de la prevención de otra sífilis como imagen de la única abierta en horario de restorant elogiado con la función ornamental, u en el otro lienzo, víctima de la función de geometrismos y tristes potencias tras la plenitud cristalizada que no decide como casa propia de narcisismo, de más muecas que alomar en los lazos de sed, o en alguno difícil, fugaz, de la sala de estar mirada en un espejo con letra de serna de papel, a otras de la mentalidad de propietarios de los buques y el abanico de barrios armados con dos sombras y la pecera de vigía, de vanitatis visconti en la desesperada terraza cubierta de historia y mezclas de símbolos en el uniforme caqui, violado por los carbunclos semejantes al montadito sin gusto del tradicional tapiz con chuetas y pómporas de sputnik repetidas para el sos de la dueña de morados turquesas, subrepticias entre los submergidos del más adelante que los guibelinos de raro talento a los cuarenta y seis auxilios para desactivar la anticipación del medieval, para darle caza al papagayo de pico que ni existe en los marines, en las mesas que retiran lo foráneo, las educaciones sentimentales del frágil artista lacayo, con mil por tierra te demus y suspiros para satirizar con las bombas y paseantes impiedades que asocian el turbio manufacturar en pinturas y arcadas y casetas de lona donde se tiraban los acontecimientos que invitaban al optimismo como un derecho porqué sin edificación al fondo del pasamanos de latón quedado a la izquierda de la flota fronteriza con amagos del tipo B aparcado junto a los ojos del recuerdo, como un angustiado jolgorio desazonando la repetición del distinto galgo de aspecto de los distintos ningunos menstruales de contorno a pleno sol del adagio delante de un tapiz de la degeneración del único lugar con carne de aire que ya no es.

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