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Eftáckma

Un rato casi que casca odiado, o un eftack por los caminos de colgar para suplir la heridera del subconsciente junto a la estufa de supremacías y el par melancólico escapista que necesita volver a golpear a san juan para preferir el amor del yorke, de las brisas nocturnas pensadas y ciegas de rabia que no encajan en los días random de redención sin los cuatro consensos para ser aceptado como telerece y vida social que prende para reemplazar otra causalidad que no controla la tempestad que progresa con el egoismo del hermitaño y el tope con millones de kindas para retirar otra anormal soledad mental que no tapa el intento de disminuir la totalidad claridad de los preparados apuros de la calle apalabrada por los juegos y el hambre de saturar lo que entretiene a las quejas estrictas y comentadas para recuperar el formato de horno y repercusiones de cometidas y saturadas raíces de fierro y división para paraguar los malos recelos y las facturas del helado con la naturaleza y las neuronas espaciadas llamando al tiempo para continuar con las mordidas en el ya no sé si recibirá contesta o habrá más espera para las definitivas extensiones y duomos y mañanas de esperanzas para no hacer la fea tortura ni hablar del dañino completo, ni de los futuros amables del tocar con la meca, con el vuelco del vuelo alzago de gadeas y miradas al trasero de la hermana, o cualquier farmacéutica de franciscanos sin la caridad de boletos para armar la zona de felaciones felices sin el sos que necesita ayuda para realzar los teatros y dragones divinos entre parques y vendas de consonantes como borlas de bertie bott, o comodines de moco, o regusto del anterior testamento más luminoso para las partes que se fugaron con el aliento a comida de perro enchocolatada y densidades para la tenaz mordaza del miedo que no encajará con las retorcidas valentías de cualquier suerte de seguir la amada en la tira de los imprescindibles piques de jóvenes entregados al cambio de camino, o de cielos o rocas, novenos pensamientos de crudeza y mal tiempo en la difícil cueva que no habla de eva, ni de mellar el bikini, el cuerpo, las tiradas al espionaje arbitrario, al subestimado montón de inteligencias y anatas dares o pádocks o aquellos juguetes de meublé que lloraban para ser aceptados por la sociedad femenina como cualquier herramienta más de las eftáckmas o de las ponderancias a cero, a varias varitas románticas que juzgan como la nueva blancanieves en busca de la manzana, o antiguas cajas de cerezas, al vacío, o a las persias urnas obesas, o que comparten el aniversario de las peores sensaciones del suburbio entre marchitado y conforma ansia que mantiene la viril confirmación del maltrato en forma de otro resbalón de feroces dimensiones que ya ni se hace al busto de peines.

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