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Paciterda

Abreviar como un viaje emocional, como un aliento resuelto que exhala cada exaltación de carencias de pasión y ajos de paciencia para revisionar el virtuosismo breve sin ciertos tintes de cuerdas vocales despachando la poca declaración de vida que queda de la prórroga patente con modo a punto tal sofismo que cambia para seguir la única evolución que ya se hará sin cuerpo en menos de sis banderas justas a cada nivel de amantes y féretros de entrever cookies y trece piezas de una fuerte capa de canciones y mocos de la suerte que se lavan con té de saliva e interludios de paciterda o paciera, o tos de paz, o el pan de aquella melancolía absurda sin paciencia de devolver el resumen de la calma a la cima del trabado horizonte que desperdicia la calidez, la queridísima derrochera que maquina más ejercicios para las tablas o el fallo de tal suerte, o casi del miedo sin ternura que no recomienda volver a meterse en la estructura del escroto con testosterona que hunde la embriagada montaña de pubis y pelos y pocas sielustas del no de la década a este respeto de curiosear a la más distinguida solución para otro fin inevitable que se quemará en el monte, al margen de saber el día exacto y la hora en que se volverá a crear la próxima creencia de desesperación y baños en batidos de coco y metralla de cualquier resto de miedo y chocolate publicado directamente en las instrucciones del testamento hecho en vida y sentenciado y situadas en intrínsecas sutilezas de nuevas maravillas de escenas de bastardos y más mínimos pájaros de alarmas y estribillos y vómitos en andaluz que entrecruzan fijas miradas para parar la temporalidad del proyecto integrado que también remarcará un futuro con o sin ahijados en el debut de la liberación a oscuras sin gran preñez de confecciones para el natísimo pero bajito lugar de mariposas y encierros para tentativas categóricas con toda probabilidad llamando otra vez al infuncional forjado, forzado para sacar la información a la luz de toda la enfermedad que se le oculta al mentalista de disco inmediato, de setenta piezas que enjuagan la escena que no se va querer perfilar con la tristeza disfrazada de adivinanzas y bóvedas prevalecidas con las mimísticas profundidades ostentosas de trece pistas.

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