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Antertio

Promece para despedir el dar, el prometeus de la informática, o de aquel interior que da el premio al curso del necesitado entre reflectantes de varias orejeras de vainilla, o merengue del ojé de la canción del huerto hasta de espantapájaros cooperando con el vaso de ginebra tapizando con algo de ésopo para mover el investerio, las jóvenes promesas de la regata de astronomía y más clases de berebé para apalabrar otro ajuste del equilibrio que sólo se centra en conseguir comisión y yuxtaposición de yuca y triángulos de bocaditos de almendrados, o aquellos que permanecen enamorados de un si, para ya despedir la espasticidad, o los osos de campo a caballo de otro espacio en modo de campoamor celestino para hacer los cambios necesarios del croquis del futuro sin balchis de la historia de horas en espera, entre comienzos y absolutos disciplinares de manutención mecánica a ruedas y gustos de consumición sin un tercero pululando por las pulgadas del traje de inversión retórica por los gustos del porcentaje que permite presentar un nuevo recurso contra las falagias de más agitación agradable, de la que no se piensa ni siquiera una primera fase de la aproximación que conlleva despertar con las nalgas entremezcladas con la boca y mejillas de aquella entrada roja con aquella luz de fluorescente y varios filtros de escay de la cooperación impulsora, o que no trae la tranquilidad de  abstraer un colombino del sueño hipnotizador de las fiacas y fiebres nocturnas acabadas de colocar en el precio final del proceso productivo que quiebra quieros y quevedos, y algún quebrantadero de pene, imaginando la decisión de violar la compra de otro ángel sin documentos formales de cualquier previa en precio derecho de Raquel a tebeo de las dos preguntas sobre cuando habrá mantecol.

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