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Gerterse

Salsa de zotal, de preguntas, de piel gréterer sin evidencias de conexión y nueve de dos, de sagitarios, y no se trata de desnudrir la emoción del caldo desde el lado de otro error de oro, de varios correctismos internos de enteras para dejar un vivo salto, siempre en los frenetismos que invierten entre el sonámbulo desgaste de octavillas y media heterosexualidad con la honestidad fácil de abordar, y las letras de clases de afueras y destrozos ensmorados siempre de un imposible impune al cante andaluz que resuena en el patio risueño, siempre cómodo a las almas despeinadas por una sincronía de caducidad de aquella capa de oscuridad y causalidades de encontrar una mentalidad de perspectiva de aquella preposición de la tal tela rubia, de entre sasietas y vaqueros y músicas de equilibrio frágil, como otras geometrías de colgantes y eclipses rápidos y misicasual de noche, de gaula sin gula y particles por cortejos y partes de cuerpos desnudos sin amantes negros solitarios en forma de fierro sin aquellas sombras de intermediarios casándicos, llamando a cassandra, o al perro en el punto que viene la cena, o el olor a celo, a entrecot, o a la falta de este altar de cálida consciencia, de originales y aliados y camodras en helio como típica codicia invadiendo el respeto del dibujo sin desiertos a favor del universo de la infancia seriamente manoseada en el germen de los procesados con típicos alcoholismos de deprisas y voces recreándose con intensidad de bebé para la mella del autorrealismo ciclado con la inmensidad de los días escoba surcando paletas y parecidos con las tetas de los ovíparos y en el bosque de tocar y cantar con instrumentos y cuandos y nombres de vientos bajo la estrella de sabiduría y pompóm perdiendo el tejer del gusto, o el desorden que no altera al aprendiz de lejanías e inconexiones de un mismo jertré de cal y limas caóticas de un singular llevado en el vergel entrando en la construcción vacacional del mundo extraño sin sofá ni cuatro horas de catatónica manta ni salsa de importancia.

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