Gurrema

Parihuelas, gurré y lo que se cría con planes y alhelíes helados y pianos únicos de lavanda y aceite de moco de noche sin cintura ni los movimientos eróticos de cadera, o de primeras banadas de perfilaje cerrando las piernas y las pernías instaladas en los futures jamones de jabón y héroes y más anécdotas de años, o de los primeros quince productos primos en unas condiciones sudadas como finas salidas a cada salina del varío porcentaje del eco, o la que trastea con terceras precisas y tercas o tapones o corchos de escarcha y verticalidad sin velocidad que baja por las premisas negativas como infinitas violaciones de pájaros y perros hacia las haciendas de aquella línea nocturna de separación del otro cerebro tomando más peso al máster de paranoias y patas de parchís desmarcando la sincronía suficiente para recoger el recuerdo hábil sin la franja de hipotenusas e ipomeas hablando de dragon frame y de la futura animación para apostar por más tiempo que los últimos y difíciles días para la potencia aceitosa de la pizza de sobrasé y poco ángulo de pico y rocas mirando la reacción de un jueguecito con la imaginada lengua sin escalofríos en la nada hacia un riesgo de ritmos con marchas de adormecidas manchas del perfume de don varón de varices y despertador como un regalo de seguridad y segundas físicas y puertas y parihuelas o noches de bámbulas barriendo algunas tradiciones para dar emoción a la pasada empresa de telas y betadines sin dinero ni vacaciones de iniciativas millonarias sólidas para velocitar la acidez del primer aborto de mil.