
Murguita arrepentida del paso, del peso, del beso perruno, oscuro, blando, acaramelado, con sabor a miel y olor a caballo desbocado, a celo de gata con ganas de fornicar, a silencio crespo y mañanas disfrazadas de pocos instantes de acuerdo con las sonrisas de los paseos; de la sección del carnaval que gira la cabeza y grita que va a morir, lo siente, no se produce araca, ni la cana se quema en la hoguera enamorada de su bombacha con olor a sexo, y las andanzas de tres dias oscurecen el paso de los meses y los años, y vuelven para decirnos buenas tardes, son las seis y cinco y karakeosián descansa a la espera de encontrarse con el rey de la nuit, falta Julie, la reina, vestida de monja con el bolso de Mary Poppins, de cuello alto, al margen de todo poseso que sueña en la última ojeada a las ganas de no seguir escribiendo.
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