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Poroto García


Media hora más tarde de sobrepasar el primer septenio se sitúa la acción de alguna sunrise feliz, con sus cosas de más, con todo momento; y pagan el repetitivo una y dos veces para ver crecer el poroto en algodón y una botellita de tabasco verde alojada en una de sus muelas, la 46 por la parte izquierda superior. No hay tal sustracción desconocida entre lenguas propias aparte de las incidencias persistidas en los mil rincones como bacterianas profunda, sarro, gengivitis por azar de su puerta alargada, que diposita el sueño mientras le baja la tensión y se siente sin fuerzas, mareado, sin ganas de infringir la ley del encomenado y la víctima nocturna, estrecha, joven Mateo, Zacarías, Tobías a la servidumbre del yo mismo, bajo de azúcar y calcio magnesiano encerrado en terceras testas absurdas de sinusitis que no dejan salir pororós de las escalinatas del frenadol tomado por tercera vez en pocos segundos, en asombrados letreros de vergüenza ajena; y ella se ha ido persistiendo y besando otros Poroto García sin el permiso de mua anciano, convencido de la mirra después del huracán y las desgracias escritas en estribillo a la prosa encarcelada por sus senos con insignias raras, protegidas por el soutién de tortilla a la francesa recién caducada del dia de hoy; o de cualquier mañana marcado por el trío de antropósofos incluído el mismísimo tildodel quinto didío y el primer septenio que llegará en breve a las emitas manos, impronunciables.

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