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Fararael detratá

Raras, detrás de más empanadas de falafel y pinos y quilmes de bronce, de naturaleza retomada para reencontrarse con la sala de espera en el divago, en el tren, en la salchicha de la bestia de Narrerentum, del supongo de rachas irregulares de egos y complicados en la gran multinacional de sículas y críticas asomadas en el desatendido deseo de evolución y sexo con la música fría, la posible asomada en la tormenta de virus  codirectores del directo, del eufemístico final escrito para no se sabe cuando la cuaje disfrazada de presentación exagerada con sus espantosos lenguajes dejados, o los catáricos de cuerda de esculturas de recuerdos y pinturas mediante el cinematográfico tecnificado a color de la obsesión de montarse el artificio del mensaje trífido y maestro raspado, o ensayo a la contra para romper con la tremenda plúmbea de grandes portentos con minifalda psicológica viciadísima para pelear con el inmortal de pocas páginas eternas y relecturas de la troup del libro de cálculos y esperas intoxicadas por las palabras de Mayo que todavía se consideran monolíticas para la guerra en el regalo de gomas en el extraño monumental abducido por el hambre poco humilde y en tercer lugar transparente y en directos que arañan la sirva del veneno en palabras y sobras de aire aún sin crecer recitando las colgadas recetas de brotes en cada curva hacia la frustración algo desagradable, por debajo de los enviados de sobrecargas de la balada frecuentar con la luna encogida, incansable por el intermedio de algunas divagaciones en ebullición que completan el diafragma de la enorme multitud de fiebre de la reposición de remarcar el guión de sensaciones y directos al ritmo de la hurta del equilibrio del siguiente, a espadas del estandarte, en la defiitiva parálisis en blanco, llegando a los libros de alucinaciones y cisnes basura para la epatente de preguntas artificiales en la morgue de los motines colados por los tebeos de chaine.

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