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Eutrap

Eutré, sumando la barra, la moneda, la demasía, la torna, la hora de cálculos y braguetas y los patios del orto conducido por los próximos cinco minutos y tres aduanas del mijo en provocar catálogos de abstinencia y de memorias tratadas como biografías de escarabajos anticipados a este seguidor del pésame sin idioma ni seguicios de la aurora ursupada en el fraudulento supérfluo que suena como tantos cines y mentalidades recientes del después, reñido con la capala, la teta de gasa, de gaseosa, de tiro, de pasto, de detalles que detienen lo acurrucado sumiso, la vida de piel alfa, de espuma, de horizonte que muerde el orgasmo de rencores y aniquilación de cada sanpérez como cuyas llagas de los cepos en el incluso entre la ligereza de la corona que domina la puella que evoca el parece de cortinas y colirios y mambas de hojarasca en la pompita  del verísimo de cúrcuma y miel y cicuta en prosa para el retrato del amable, de culata escritura inglesa al inrevés de la erección consumida con la toma de sellos y fármacos del zapallo que produce la reproducción inasistiendo el empate del promocional posterior para insistir en servir el sexo con la cura para la supuración del nexo umbilical hacia la respuesta de la economía de la clara influencia misteriosa del diseño que no aprecia la presentación prestada para amamantar la cuba de ron y fechas exactas para creer en el cerrojo del momento, de la caza del peyote con efectos de más barmans y peyorativos de trapos con sandalias y muchas otras cosas pasadas y ruidosas ya sin pilas ni pedos ni escopetas sin gatillo para la forja de la fuerza filmada por las formas de grumos de caducadas toses a trotes con el ojo como fotograma en versión de volver a editar la mancha de eutrap, la ñé del cortar y pegar de la moviola con un pico fino de mil funciones opuestas a la impresión pelotuda de la salida que riega la canilla del egreso de algodón egipcio medio planchado con mido y servido con el soporte realmente imposible de despedir en el techo de la reemisión de los médicos de toda la longilínea de cuatro polainas descubiertas por la desmemoria de las bailarinas que no estrechan el código de nueva generación con otro paso atrás para el aniversario de la retrospectiva que no cuela entre el rico sabor amargo de licha salida y placer irreal para entrelazar la exquisita fuga con sorpresa de oler el vuelco del negro, quito sombras, instantes, hasta el dueño con la mía, con la nítida patada para saludar el pincel.

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